jueves, 10 de diciembre de 2020

EL PADRE HERMANN MORIN, OBLATO DE MARIA INMACULADA, MOMENTO IMPORTANTE DEL REAVIVAMIENTO DE LA VIDA ECLESIAL

 

LA PRESENCIA Y ACCION DEL TAN CELEBRADO COMO ESTIMADO PADRE HERMANN MORIN, MISIONERO OBLATO DE MARIA INMACULADA, FUE PARA ACAPULCO UNA BOCANADA DE AIRE FRESCO, Y ESE REAVIVAMIENTO LLEGÓ HASTA LA COLONIA MORELOS, DONDE EL PADRE HERMANN SE SENTIA COMO EN CASA.
EN SU LIBRO DE MEMORIAS: LA MIRA, ¡MIRALA! pp. 119-120. HACE REFERENCIA A LA COLONIA MORELOS: "...en los jóvenes no prevalece la ley sobre la amistad... Eran jóvenes inteligentes de recia personalidad y libres, y por ende inconformes... Mientras tanto, monseñor Rafael Bello, tuvo la bondad de recordarme el porqué de las pruebas en la vida cristiana y sacerdotal. citó y escribió en latín en un sobrecito que aún conservo todavía el texto de Pablo: Nam virtus in infirmitate . La fortaleza se manifiesta en la debilidad (2 Cor 12. 9)... 

Y transcribiendo una carta de un joven de la colonia Morelos dice: "Mis hijos fieles no eran mezquinos con su apoyo. Muchos me lo manifestaban en términos parecidos a la carta que me mandó un joven con motivo de mi cumpleaños: 'hoy, 24 e noviembre, me quede por reafirmarle: siga su camino y no mire atrás, que la fuente de agua viva sólo se encuentra en el camino de la verdad, de la vida, de la lucha y sacrificio. Tenga por seguro que cada vez que enfrente la calumnia será un beso de nuestro Dios, y cada vez que esté por sentirse derrotado recuerde que es nosotros tendrá un puñado de hijos que no lo abandonará. La comunidad de la Morelos le desea que cada día sea para usted un día de paraíso con el Señor. Dios con nosotros, ¿Quién contra nosotros?"

    MOMENTO DE UN GRAN GOZO! 23 DE DICIEMBRE DE 1978.: LA PRIMERA MISA DE JUVENTUD EN LA MORELOS.

 

A principio de diciembre hubo en la Casa Diocesana un encuentro de responsables laicos y clericales de los movimientos de apostolado de la diócesis. En las reflexiones decían que era imposible de acercar a los jóvenes a la Iglesia. El padre Julio, párroco de la Morelos, abundó en este sentido y más aún dijo: "Los jóvenes no se paran en mi templo y tienen repugnancia hacia el clero".

Yo retorné: "Eso no es cierto, padre Julio..." y me preparaba para rebatirle, pero se adelantó y me desafió: "Ven a ayudarme si piensas que se puede hacer algo". Temiendo que me iba a limitar demasiado, dije: "Voy el próximo domingo si me prometes de no ponerme traba alguna". Dijo: "Acepto".

El 24 de Diciembre a las 7:00 p.m. se inauguraba la Misa de Juventud en la Inmaculada Concepción. No se había hecho propaganda especial, pero en la Misa avisamos que en adelante tendríamos una misa participada para jóvenes como en Catedral.

El segundo domingo se llenó el templo de jóvenes. El padre Julio tenía un colosal confesionario en el presbiterio y casi nunca lo abandonaba. Y a pesar de tanta fidelidad y tanto cansancio, el confesionario no atraía a la juventud. De la ventanilla de su confesionario miraba llegar a los jóvenes y no lo creía, estupefacto y feliz. Luego se asomaba por la puerta del confesionario y después parado tratando de reconocer a la gente. Pero no los reconocía, nunca habían entrado al templo: eran los hijos rebeldes de la familia Pinzón con su mamá Blanca y docenas y docenas de otros.

Leal, padre Julio cumplió su promesa y no trató de estorbar, todo lo contrario contaba a todos lo sucedido que, a su modo de ver, era lo más hermoso de su ministerio pastoral. Después autorizó una misión diaria de dos semanas. Los jóvenes del Carmen colaboraron mucho.

Cuando yo llegaba, a cualquier momento y sin aviso previo, el padre Julio me decía: "Padre Hermann, celebra y predica. Tu presencia ayuda a la perseverancia de los muchachos". El padre Julio evolucionó a tal punto que cedió y se dejaba tomar de la mano por unas muchachas durante el canto rítmico del Padre Nuestro.

Así que la Misa sacrílega se veía admitida en otro templo. Ya contábamos hasta siete parroquias que la tenían.

Quiero subrayar la actitud abierta y desinteresada del padre Julio.

El comprendió que no venía yo a substituirlo sino a darle una mano fraterna, y sabía que sus jóvenes al venir a tomar un curso de iniciación o de crecimiento en Las Cuevas, regresaban a su parroquia ya preparados y más decididos para entregarse a la Evangelización. En eso vemos la diferencia entre una actitud fraterna y una fanática.

    (Cfr. La Mira, ¡Mírala! pp. 133-134).


YA CASI PARA FINALIZAR SUS MEMORIAS, EN LAS PP. 240-241, EL PADRE HERMANN TITULA UN PUNTO: VIVAN LOS PARROCOS SIN PREJUICIOS ¡QUE VIVAN!. Y NOS TRANSMITE UNOS GRATOS RECUERDOS DE UN INSIGNE PARROCO DE LA COLONIA MORELOS.

“En la diócesis de Acapulco son muchos los párrocos que buscan el apoyo de nuestros equipos misioneros. Pero no podemos responder a todas las invitaciones. Yo pensaba nombrar a todos estos párrocos que simpatizan con nuestro Centro, pero sería un poco largo y tomaríamos el riesgo de olvidar muchos nombres.

Pero sí, lo que he decidido es citar el ejemplo de un párroco que tipificaría las disposiciones de todos aquellos que se han purgado de toda la envidia y autosuficiencia, y saben reconocer y apreciar las cualidades de un hermano sacerdote.

Yo pienso que durante mis primeros años en Acapulco, el padre José Lluvias, párroco de Tecpan en aquél entonces, no congeniaba mucho conmigo. Y yo casi no lo conocía.

Al conocer su nombramiento como párroco de la Morelos, yo deseaba que tuviera la misma apertura que el padre Julio que siempre agradecía mi colaboración sin poner nunca trabas. Pienso que un ángel del Señor, comentó a menudo y favorablemente mi aportación desinteresada e incondicional a la parroquia durante más de 10 años. También de su parte, creo que el padre Lluvias, prudente y paciente, esperó ver antes de juzgar y poso a poso se fue formando un criterio personal y objetivo. A partir de ese momento, ningún chisme pudo hacerlo cambiar. Me recibe cordialmente y de buen humor, como a un hermano y aún más como un amigo.

Los que más me acompañan a la Morelos se quedan asombrados al escuchar las palabras chispeantes de bienvenida del padre Lluvias. La primera vez dijo: "En la Iglesia hay una gran variedad de dones y debemos reconocerlos y aceptarlos. Yo personalmente reconozco que el Padre Hermann tiene un magnífico don de animación con la juventud y lo felicito”

Durante un seminario de iniciación carismático que nos permitió dar en el salón parroquial, el Padre Lluvias dijo al verme dar y recibir abrazos a los jóvenes: “Envidio tu jovialidad y este carácter que te conserva joven. Te veo como un trapecista, caminando sobre la cuerda floja sin caer a la izquierda o a la derecha y la barra que te permite conservar el equilibrio es la Virgen Inmaculada”.

La última palabra que cito es una perla. Durante una cena en suparroquia, yo estaba a la izquierda del Sr. Obispo. Dijo el padre Lluvias: “Un amigo es un tesoro. Yo saludo esta noche al padre Hermann que es un tesoro para mí por ser mi amigo". Mons. Bello aprobaba con la cabeza y riéndose como si dijera: “Toma eso cuando pasa, no siempre son flores las que te hemos echado”...



     Padre Hermann:


     “Envidio tu jovialidad

     y este carácter que te conserva joven.

     Te veo como un trapecista,

     caminando sobre la cuerda floja

     sin caer a la izquierda o a la derecha

     y la barra que te permite conservar el equilibrio

     es la Virgen Inmaculada”.
    

                                                                Padre José Lluvias Castro,                                                                     en la Parroquia de la                                                                                 colonia Morelos.

3 comentarios:

  1. Somos algunos los que tuvimos el gusto de conocerlo y asistir a sus retiros en la mira, gracias por compartir padre Juan Carlos....
    Quintero...coro Corpus Christi

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  2. Tuve la oportunidad de convivir con el Padre Herman y asistir a las cuevas de la Mira

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