LA PRESENCIA Y ACCION DEL TAN CELEBRADO COMO ESTIMADO PADRE HERMANN MORIN, MISIONERO OBLATO DE MARIA INMACULADA, FUE PARA ACAPULCO UNA BOCANADA DE AIRE FRESCO, Y ESE REAVIVAMIENTO LLEGÓ HASTA LA COLONIA MORELOS, DONDE EL PADRE HERMANN SE SENTIA COMO EN CASA.
EN SU LIBRO DE MEMORIAS: LA MIRA, ¡MIRALA! pp. 119-120. HACE REFERENCIA A LA COLONIA MORELOS: "...en los jóvenes no prevalece la ley sobre la amistad... Eran jóvenes inteligentes de recia personalidad y libres, y por ende inconformes... Mientras tanto, monseñor Rafael Bello, tuvo la bondad de recordarme el porqué de las pruebas en la vida cristiana y sacerdotal. citó y escribió en latín en un sobrecito que aún conservo todavía el texto de Pablo: Nam virtus in infirmitate . La fortaleza se manifiesta en la debilidad (2 Cor 12. 9)...
Y transcribiendo una carta de un joven de la colonia Morelos dice: "Mis hijos fieles no eran mezquinos con su apoyo. Muchos me lo manifestaban en términos parecidos a la carta que me mandó un joven con motivo de mi cumpleaños: 'hoy, 24 e noviembre, me quede por reafirmarle: siga su camino y no mire atrás, que la fuente de agua viva sólo se encuentra en el camino de la verdad, de la vida, de la lucha y sacrificio. Tenga por seguro que cada vez que enfrente la calumnia será un beso de nuestro Dios, y cada vez que esté por sentirse derrotado recuerde que es nosotros tendrá un puñado de hijos que no lo abandonará. La comunidad de la Morelos le desea que cada día sea para usted un día de paraíso con el Señor. Dios con nosotros, ¿Quién contra nosotros?"
MOMENTO DE UN GRAN GOZO! 23 DE DICIEMBRE DE
1978.: LA PRIMERA MISA DE JUVENTUD EN LA MORELOS.
A
principio de diciembre hubo en la Casa Diocesana un encuentro de responsables
laicos y clericales de los movimientos de apostolado de la diócesis. En las
reflexiones decían que era imposible de acercar a los jóvenes a la Iglesia. El
padre Julio, párroco de la Morelos, abundó en este sentido y más aún dijo:
"Los jóvenes no se paran en mi templo y tienen repugnancia hacia el
clero".
Yo
retorné: "Eso no es cierto, padre Julio..." y me preparaba para
rebatirle, pero se adelantó y me desafió: "Ven a ayudarme si piensas que
se puede hacer algo". Temiendo que me iba a limitar demasiado, dije:
"Voy el próximo domingo si me prometes de no ponerme traba alguna".
Dijo: "Acepto".
El
24 de Diciembre a las 7:00 p.m. se inauguraba la Misa de Juventud en la
Inmaculada Concepción. No se había hecho propaganda especial, pero en la Misa
avisamos que en adelante tendríamos una misa participada para jóvenes como en
Catedral.
El
segundo domingo se llenó el templo de jóvenes. El padre Julio tenía un colosal
confesionario en el presbiterio y casi nunca lo abandonaba. Y a pesar de tanta
fidelidad y tanto cansancio, el confesionario no atraía a la juventud. De la
ventanilla de su confesionario miraba llegar a los jóvenes y no lo creía, estupefacto
y feliz. Luego se asomaba por la puerta del confesionario y después parado
tratando de reconocer a la gente. Pero no los reconocía, nunca habían entrado
al templo: eran los hijos rebeldes de la familia Pinzón con su mamá Blanca y
docenas y docenas de otros.
Leal,
padre Julio cumplió su promesa y no trató de estorbar, todo lo contrario
contaba a todos lo sucedido que, a su modo de ver, era lo más hermoso de su
ministerio pastoral. Después autorizó una misión diaria de dos semanas. Los
jóvenes del Carmen colaboraron mucho.
Cuando
yo llegaba, a cualquier momento y sin aviso previo, el padre Julio me decía:
"Padre Hermann, celebra y predica. Tu presencia ayuda a la perseverancia
de los muchachos". El padre Julio evolucionó a tal punto que cedió y se
dejaba tomar de la mano por unas muchachas durante el canto rítmico del Padre
Nuestro.
Así
que la Misa sacrílega se veía admitida en otro templo. Ya contábamos hasta
siete parroquias que la tenían.
Quiero
subrayar la actitud abierta y desinteresada del padre Julio.
El
comprendió que no venía yo a substituirlo sino a darle una mano fraterna, y
sabía que sus jóvenes al venir a tomar un curso de iniciación o de crecimiento
en Las Cuevas, regresaban a su parroquia ya preparados y más decididos para
entregarse a la Evangelización. En eso vemos la diferencia entre una actitud
fraterna y una fanática.
YA
CASI PARA FINALIZAR SUS MEMORIAS, EN LAS PP. 240-241, EL PADRE HERMANN TITULA
UN PUNTO: VIVAN LOS PARROCOS SIN PREJUICIOS ¡QUE VIVAN!. Y NOS TRANSMITE UNOS
GRATOS RECUERDOS DE UN INSIGNE PARROCO DE LA COLONIA MORELOS.
“En
la diócesis de Acapulco son muchos los párrocos que buscan el apoyo de nuestros
equipos misioneros. Pero no podemos responder a todas las invitaciones. Yo
pensaba nombrar a todos estos párrocos que simpatizan con nuestro Centro, pero
sería un poco largo y tomaríamos el riesgo de olvidar muchos nombres.
Pero
sí, lo que he decidido es citar el ejemplo de un párroco que tipificaría las
disposiciones de todos aquellos que se han purgado de toda la envidia y
autosuficiencia, y saben reconocer y apreciar las cualidades de un hermano
sacerdote.
Yo
pienso que durante mis primeros años en Acapulco, el padre José Lluvias,
párroco de Tecpan en aquél entonces, no congeniaba mucho conmigo. Y yo casi no
lo conocía.
Al
conocer su nombramiento como párroco de la Morelos, yo deseaba que tuviera la
misma apertura que el padre Julio que siempre agradecía mi colaboración sin
poner nunca trabas. Pienso que un ángel del Señor, comentó a menudo y
favorablemente mi aportación desinteresada e incondicional a la parroquia
durante más de 10 años. También de su parte, creo que el padre Lluvias,
prudente y paciente, esperó ver antes de juzgar y poso a poso se fue formando
un criterio personal y objetivo. A partir de ese momento, ningún chisme pudo
hacerlo cambiar. Me recibe cordialmente y de buen humor, como a un hermano y
aún más como un amigo.
Los
que más me acompañan a la Morelos se quedan asombrados al escuchar las palabras
chispeantes de bienvenida del padre Lluvias. La primera vez dijo: "En la
Iglesia hay una gran variedad de dones y debemos reconocerlos y aceptarlos. Yo
personalmente reconozco que el Padre Hermann tiene un magnífico don de
animación con la juventud y lo felicito”
Durante
un seminario de iniciación carismático que nos permitió dar en el salón
parroquial, el Padre Lluvias dijo al verme dar y recibir abrazos a los jóvenes:
“Envidio
tu jovialidad y este carácter que te conserva joven. Te veo como un trapecista,
caminando sobre la cuerda floja sin caer a la izquierda o a la derecha y la
barra que te permite conservar el equilibrio es la Virgen Inmaculada”.
La
última palabra que cito es una perla. Durante una cena en suparroquia, yo
estaba a la izquierda del Sr. Obispo. Dijo el padre Lluvias: “Un amigo es un
tesoro. Yo saludo esta noche al padre Hermann que es un tesoro para mí por ser
mi amigo". Mons. Bello aprobaba con la cabeza y riéndose como si dijera: “Toma
eso cuando pasa, no siempre son flores las que te hemos echado”...
Padre Hermann:
“Envidio tu jovialidad
y este carácter que te conserva joven.
Te veo como un trapecista,
caminando sobre la cuerda floja
sin caer a la izquierda o a la derecha
y la barra que te permite conservar el equilibrio
es la Virgen Inmaculada”.
Padre José Lluvias Castro, en la Parroquia de la colonia Morelos.
Somos algunos los que tuvimos el gusto de conocerlo y asistir a sus retiros en la mira, gracias por compartir padre Juan Carlos....
ResponderEliminarQuintero...coro Corpus Christi
Tuve la oportunidad de convivir con el Padre Herman y asistir a las cuevas de la Mira
ResponderEliminar¡Hermosas memorias para gloria de Dios!
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